Cuando hacemos una sesión, sobre todo cuando los peques tienen entre uno y cuatros años, pueden pasar tres situaciones: Que el peque se lo pase bomba, que no quiera hacerse las fotos y llore o que no pare quieto y salga corriendo a la mínima oportunidad. Es normal. Así que hoy voy a contarte cómo podemos gestionar una sesión infantil que se complica.
Cuando la sesión va sobre ruedas, el peque se lo pasa bomba y todo fluye, es perfecto. Pero, ¿qué pasa cuando la cosa se tuerce? Seguro que alguna vez te ha pasado. Llegas con tu peque a la sesión con muchísima ilusión, estáis todos arreglados, peinados y tú maquillada. Bajáis del coche sonriendo, con algo de prisa y hasta un poco nerviosos. Nos saludamos, hablamos un poco y hasta ahí todo bien. Pero en cuanto tu peque me ve que pongo el ojo en el mirador de la cámara ¡PUFF! La magia desaparece y comienza el caos. Lloros, rabietas y enfados están a la orden del día.
¿Qué podemos hacer cuando una sesión se complica?
Lo primero es mantener la calma. Si se presiona a los peques suelen no querer hacer lo que le estás mandando. Ponte en su lugar: «Me habéis puesto una ropa que no estoy acostumbrado a llevar, estáis todos un poco nerviosos, vamos corriendo a todos lados con prisa, me habéis llevado a un lugar que no conozco y hay una señora con algo raro en la mano que me hace gracietas, pero es que esa cosa rara que lleva en la mano, se la está poniendo en la cara y me persigue´´. Yo soy el peque en cuestión y salgo disparada.

Que te enfades y riñas al peque solo conseguirá que llore más, si es que ya estaba llorando, que se niegue en rotundo a hacerse fotos y que se convierta en una experiencia horrible para vosotros. Y para qué negarlo, un mal trago para mi.
Siempre aconsejo en mis sesiones que dejéis libres a los niños. Ellos son espontáneos y cuando les obligas a hacer algo que no quieren, es peor. En cambio si se lo toman como un juego, todo fluirá y saldrán unas fotos preciosas. Y es ahí donde entra la función de un fotógrafo infantil.
Ganarte a ese peque.
Las tácticas son varias: (Si me estás leyendo y eres fotógrafo, esto te interesa)
- Un premio que le daré si se lo pasa bien.
- Jugar con él un rato para luego poder seguir fotografiando.
- Enseñarle cómo va la cámara y que les haga algunas fotos a sus padres. (Ésta es la que mejor funciona, pero siempre quieren más).
- Y si son más pequeños utilizar el comodín de su juguete preferido o peluche divertido.
¿Qué pasa si el peque sale corriendo todo el rato?
Pues o bien, voy yo también corriendo, o bien una opción es hacerle fotos en los brazos de los papis y distraerle con algo, un juguete, una piedra, una hoja o piña, cualquier elemento que tengamos a mano. En esas edades es normal que quieran correr y verlo todo.
Ten en cuenta que posiblemente esté descubriendo muchas cosas y más si es una zona que no habéis ido nunca o si es en un estudio de fotografía. Así que lo mejor es intentar adaptarte a ellos.
Y lo más, lo más importante, es mantener la calma. Ellos lo agradecerán , pero es que yo también.
Espero que te haya ayudado estas palabras para tu próxima sesión. Y si es conmigo, más que mejor.
Cuéntame si tienes alguna idea más que se pueda hacer para gestionar esas sesiones difíciles. Te leo en los comentarios.
Ya sabes que puedes encontrarme en Instagram y Facebook. Y si quieres información sobre alguna sesión, rellena el formulario de contacto.